Noé Díaz
“Me gustaban mucho los idiomas y yo quería vivir de eso; por falta de información y falta de opciones perdí el interés. A pesar de que venía de un bachillerato económico administrativo me aventé al ruedo y me animé por las ingenierías; mis padres también me veían más como en el área de sociales. Fue una sorpresa para todos en mi familia cuando les dije que quería ser ingeniero, nadie se dedica a la construcción. Todos pegaron el grito pero fue algo que me nació y creo que al final de cuentas fue una buena decisión. Me gustó mucho la ingeniería estructural desde que estudié. De chico empecé a anhelar la idea de trabajar en el área viendo la televisión, veía programas de megaestructuras. Me llamaba la atención pero pensaba que eso era algo para genios, que no cualquiera podría trabajar en un proyecto así, me parecía algo inalcanzable. Veía cómo hacían los edificios más altos del mundo, para mí eran obras imposibles. Me interesaba por saber cuál era el fundamento para lograr estructuras tan altas. Veía que metían modelos a túnel de viento en los programas, y precisamente mi tesis de maestría tuvo que ver con eso. Entré al Tecnológico de Tepic y me interesó mucho la construcción sustentable, yo seguía viendo la ingeniería estructural como algo muy avanzado. Tuve algunas dudas con respecto de si era lo mío, dudas propias de mi edad. Fui brincando de área en área hasta que la vida me llevó a las estructuras, hasta el momento me he desempeñado en eso y creo que ha habido buenos resultados. Tuve la oportunidad de hacer mi servicio social en Obras Públicas del estado en el área de estructuras, me fui empapando más. Egresé y empecé a trabajar en el Ayuntamiento, tuve la oportunidad de desenvolverme en las estructuras, hice mis primeros cálculos. Tenía mucha duda y muchas preguntas, y no tenía experiencia, pero tenía ganas. Me faltaba mucho por aprender y mucho estudio, entonces me decidí por estudiar la maestría en ciencias enfocada en estructuras. Logré terminar mi maestría en la Universidad Autónoma de Querétaro con una beca Conacyt y mención honorífica. Mi director de tesis me apoyó mucho y tuve la oportunidad de que mi trabajo fuera escogido como un artículo para publicar en Journal of applied siences and technology y también como capítulo de un libro. Fue una buena decisión irme a Querétaro; en el centro del país la ingeniería que se maneja es ya desarrollada. Hay empresas grandes que se dedican a las estructuras, tuve la oportunidad de trabajar en una de ellas en el área de telecomunicaciones y en el área estructural en general. Para trabajar estructuras empecé a usar programas de CSI, Computer and Structures Inc, que son programas con los que se diseñaron los edificios más grandes del mundo. Es una empresa súper importante a nivel nacional y la oficina de Latinoamérica por parte de su presidente propuso el segundo concurso internacional de diseño de estructuras de edificios. Consistía en realizar el diseño de un edificio de siete niveles, un edificio irregular con curvas y un enorme vacío en el centro, lo propusieron específicamente para el concurso. Tenía que hacerse con base en la norma internacional que es la de Estados Unidos, nos pedía que la estructura fuera de concreto reforzado. Nos dieron unas mismas cargas a todos, mismos pesos y un sismo que tenía que soportar el edificio bajo los estándares de la norma, tenía que ser un edificio seguro. Como ingeniero mexicano conozco relativamente bien la norma de aquí pero la de Estados Unidos no la conocía a fondo, tuve que meterme a estudiar para entender todo lo que me solicitaban. Yo veía tutoriales de YouTube que daba el presidente sobre cómo usar el programa y eso me sirvió a mí mucho para aprender. Al principio tenía un edificio muy resistente pero muy pesado, para calificar teníamos que cumplir también el criterio del peso de la estructura. En ingeniería el peso está directamente relacionado con los costos, teníamos que hacerla lo más ligera posible sin perder la resistencia. Teníamos que soportar la carga del material, la carga de la estructura y de personas ficticias que utilizarían este edificio. Entregamos proyectos, modelos y planos de la estructura. Al final del concurso tuve el edificio más ligero aun soportando todos los criterios del sismo, hubo un buen resultado, se me concedió el primer lugar. Inicialmente no lo podía creer, había ingenieros famosos de otros países, éramos ciento cincuenta personas y los que cumplimos los criterios fuimos cerca de treinta. Nunca pensé en el primer lugar, yo solamente quería demostrar que hacía las cosas bien y poder meterme entre los diez primeros. Poco después se comunicaron conmigo personas de Huawei porque tenía experiencia en el área de telecomunicaciones. En donde trabajaba antes me ponían a analizar los edificios en los que se instalaban las torres, les gustó mi background y creo que yo ya necesitaba un cambio. Me está yendo bien, la empresa tiene un enfoque muy internacional, estoy aprendiendo algo de chino. Apenas voy empezando, no sé qué me depara. Me gustaría emprender algo en la ingeniería estructural que es mi pasión, formar algo que fuera mío, una oficina. Como premio del concurso me dieron suficientes programas para poder hacerlo, pero por el momento todavía no sé ni cómo llamaría a mi empresa. Me gustaría compartir las cosas que he encontrado y acercarme a los jóvenes, me gusta la docencia. Quiero que las cosas se vayan dando de forma natural.”
Noé Díaz, 27 años
Ingeniero civil
Él es #nayaritadelcentenario
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