Fernanda Campa
“Si me pudiera describir en pocas palabras podría decir que soy perseverante y testaruda, creo que lo que más me impulsan es que alguien me diga que no puedo hacer las cosas. Creo que realmente empecé a definirme en la universidad, porque mi etapa de preparatoria fue pésima. No iba a clases, ni quería hacer nada de mi vida, ya no quería estudiar. Fui mamá muy joven y me decían que no iba a hacer nada de mi vida, que ya ahí me había quedado y que no iba a lograr nada. No muy convencida empecé a estudiar derecho, mi primera meta fue tener las calificaciones más altas. Desde que entré formé parte, cada año, de la generación del programa cien que reúne a los mejores cien promedios de la universidad. En segundo año, una maestra me invitó a aplicar a un concurso por que un muchacho que yo no conocía estaba también interesado en participar. Ella había escuchado que tenía la inquietud de participar en esos concursos organizados por California Western School of Law. Nos juntamos en una cafetería, ahí conformamos el primer equipo de litigación de derecho de la Universidad Autónoma de Nayarit. Pasamos a la fase regional, ganamos y fuimos uno de los mejores dieciséis equipos del país. Éramos el primer equipo de Nayarit que lograba llegar a una competencia nacional y ser finalista, ahí nos ganamos por primera vez la oportunidad para participar por una beca de maestría. El siguiente año yo no participé, pero me lancé como consejera estudiantil. El principal impulso para querer ser consejera en derecho era que estaba yo muy cansada de que todos los candidatos, los consejeros y presidentes, lo usaban como un trampolín. Además, siempre tuve roses con la Federación de Estudiantes. Me di cuenta que cuando tú querías hacer algo dentro de la escuela, si no estabas dentro de un comité, no podías lograrlo. Yo quería impulsar los concursos de litigación y que los estudiantes se empezaran a preparar y a interesar por el sistema. No se me permitía por no ser parte de un comité, siempre me molestó que le dieran más apoyo a concursos de belleza, la academia siempre se quedaba de lado. Me lancé y perdimos como por treinta votos, fue una de las elecciones más cerradas porque el nuevo comité iba a escoger al nuevo presidente de la FEUAN. No era lo mío la política estudiantil para proyectarme, lo mío era la academia. En cuarto año me vuelvo a meter a los concursos nacionales de litigación. En esa ocasión gané mejor alegato de clausura y mejor vinculación a proceso, ambos como Fiscalía; volvimos a ser de los mejores dieciséis equipos del país. Ahí supe que eso era lo mío, el derecho penal y el sistema penal acusatorio. No fue hasta que yo conocí los concursos que me di realmente cuenta de cuál era mi lugar, a mí realmente la carrera no me gustaba. Sacaba mis promedios de excelencia para demostrar que aunque había sido mamá joven y un desmadre en la prepa yo podía lograrlo, y que cualquiera que se propusiera lo podría lograr. Era para dejar de ver a los mejores promedios como una élite de ciertas personas. En la transición de cuarto a quinto año, inicio mi servicio social dando clases en derecho. Di el curso de inducción a los estudiantes de primer grado, apliqué el examen a los que iban a entrar y di optativas en intersemestral. Yo había diseñado una materia optativa de técnicas de litigación oral, ya me la habían aprobado en rectoría, ya tenía mis horarios. Con el cambio de administración me dijeron que no podía estar en un grupo porque no tenía el perfil de docente, que podían acomodarme en un área administrativa. Yo me negué, no era algo que me gustaba. Entonces publiqué buscando interesados para participar en los concursos nacionales de California Western. Cerca de quince estudiantes estuvieron acudiendo a mi casa, les di clases de teoría del delito, les di clases del sistema penal acusatorio y se formaron equipos de litigación. Entre ellos, yo participé en uno como capitana con dos muchachos de segundo año que nunca habían participado ni tenían conocimientos del derecho penal. Ese año cinco equipos de la UAN concursaron, cuatro de esos equipos estuvieron en mi casa estudiando y preparándose para la fase de selección. Con el equipo que participé, llegamos a la final nacional de nuevo, así mis compañeros ganaron también la oportunidad para su beca de maestría. Nos tocó una regional complicada en Guadalajara, pero ganamos todos los premios como fiscales en audiencia inicial. En la nacional gané premios por mejor vinculación a proceso y mejor formulación de imputación como fiscal, y esa fue mi despedida de los concursos de litigación. Actualmente estoy estudiando mi maestría becada al cien por ciento por la Iniciativa Mérida y trabajo en la Fiscalía General del estado, en la Unidad de litigación Oral. Inicié siendo notificadora, ascendí a oficial y ahora soy agente del ministerio público. Asisto a audiencias intermedias que son como el paso previo al juicio oral, y a las audiencias de juicio oral. Como agente del ministerio público me encargo de todo lo que implica el juicio: prepararlo, estudiarlo y ver la estrategia a implementar en el juicio. Como institución representamos a la sociedad, buscamos que se les repare el daño a las víctimas y que se sancione a las personas responsables de un delito. Hasta el momento llevamos cerca de treinta sentencias condenatorias en la Unidad de litigación y recientemente, en mis últimos juicios, obtuve penas máximas. Me gusta mucho mi trabajo, es como una forma de regresarle a la sociedad lo que yo recibí de ella estudiando en una universidad autónoma que se sostiene de los impuestos de las personas. Pienso que si no hubiera sido por la universidad pública no hubiera podido estudiar, no hubiera podido concursar, no hubiera podido ser becada por el gobierno de Estados Unidos y estar en donde estoy ahorita. Mi meta más a corto plazo es titularme de la maestría con honores y conseguir dar clases. Entre mis planes a futuro está estudiar un doctorado en la materia penal y poder, algún día, aunque suene muy ambicioso, ser la primera mujer fiscal general del estado de Nayarit.”
Fernanda Campa, 25 años
Licenciada en derecho
Ella es #nayaritadelcentenario
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