Carmen Salinas
“Soy de Tuxpan, Nayarit. De Pueblo Nuevo salí chiquita, de trece años. Ya no quise estudiar, pero mi hermana decidió estudiar enfermería y mi mamá me mandó a Tijuana con una tía para trabajar y poder ayudarlas. Estuve trabajando en la zona norte, bien contenta la muchachita de trece años trabajando. Mi mamá me insistía en que me viniera a Estados Unidos con un tío que tenía acá. Así fue, iba y venía de Tijuana hasta que decidí quedarme acá. Llegué ganando un dólar por día, cuidaba niños. Eso le mandaba en ese entonces a mi mamá, los quince dólares que le mandaba eran trescientos cincuenta en Tuxpan. Tengo en Estados Unidos cerca de cincuenta y dos años. Empecé en una casa con personas que para mí fueron unos ángeles. Estuve con ellos trabajando en Beverly Hills. Al tiempo tuve la oportunidad de traerme a mi hermana. Estuvimos trabajando con ellos como siete años. Hemos conservado las amistades con la gente que nos abrió sus puertas para trabajar aquí. Voy y los visito cada que tengo oportunidad. Fuimos siete hermanos; poco a poco se fueron viniendo los demás. Al tiempo me casé. Después de once años regresé a Tuxpan por Pedro ‘Bicicletas’, mi marido. Le decían Bicicletas porque su familia tiene un taller de bicicletas y en eso trabajaba. Todavía su familia se dedica a eso. Nos casamos en Tuxpan por el civil y aquí nos casamos por la iglesia. Me trajo en bicicleta de la iglesia a mi casa. Mis hijos ya nacieron aquí, ellos ya tienen sus hijos y me ayudan en lo que pueden. Aquí estudié cosmetología y estuve trabajando un tiempo en un salón de belleza, pero cuando tuve a mis hijos le di preferencia a cuidarlos. Las personas que me recibieron en un principio me aceptaron con mis hijos hasta que encontraba guardería para ellos. Siempre limpié casas, no me da vergüenza porque es una maravilla trabajar con gente tan amable, como amigos nos trataban, la pasamos de maravilla. Me he portado bien y me han tratado bien. En el tiempo de la amnistía, como en el sesenta y ocho, me presentaron al señor Enrique Galindo, un locutor de Ruiz. Él me platicó de un grupo de nayaritas que se había formado y me invitó. Desde entonces, y siempre, he sido presidenta del Club Tuxpan. Nosotros adoptamos familias, cada club hace lo suyo, unos tienen comedores allá, otros apoyan a personas de la tercera edad y los mantienen allá. Nosotros hemos ayudado directo a las personas que necesitan. Parece que entre más mayores estamos, más amamos a Nayarit. Yo no me he despegado para nada de Tuxpan. A un niño que tenía problemas renales se le apoyó por dos años para que le dieran diálisis. Se le mandaba dinero y su mamá puso una tiendita pero ahora el río se la llevó y se perdió todo. Ahora también para ellos estamos trabajando, adoptamos a las familias que se podían y les mandamos algo de nuestro dinero. El dia que se salió el río yo estaba en llanto por lo que estaba pasando; todavía me pongo triste de acordarme. Yo viví cerca del río y sé lo que se sienten las crecientes; cada que entraba el agua sabíamos lo que podia pasar y cómo perjudicaba al pueblo. Con este desastre recaudamos más de tres mil dólares para apoyar con lo que se podía. Antes me sentaba a acabarme las estampillas o a hacer llamadas por teléfono para poder contactar a las amistades que apoyaban al grupo. Ahora con las redes sociales todo es más fácil, se corre más rápido la voz. Ahora todos mis hermanos vienen cada año de Culiacán y de Tijuana a colaborar conmigo y apoyar al grupo, tratamos de hacer un equipo muy grande. Toda la familia estamos felices y orgullosos por lo que hemos podido hacer y hacemos. Quiero seguir haciendo lo mismo, porque soy feliz haciendo esto. Ahora ya estoy retirada, ya no trabajo porque estoy recibiendo diálisis; al principio me rehusaba al tratamiento y en un año perdí cincuenta libras, ahora ya me siento feliz y orgullosa, tengo una calidad de vida mejor.”
Carmen Salinas, 72 años
Migrante y promotora
Ella es #nayaritadelcentenario
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