Antonia Acosta
“Soy una mujer que nació en Bellavista, hija de Isabel Tovar y David Acosta. Tengo ocho hermanos y muchos sobrinos que ya no sé ni cuántos. Mi vida en Bellavista fue feliz. Cuando yo estaba chica todos éramos familia, todos nos conocíamos. Vivíamos enfrente de la plaza y ahí nos juntábamos muchos niños a jugar. Fue muy bonito, nada más que luego empezaron los partidos y empezaron a separarse también las familias. Mis papás fueron obreros de la fábrica. Yo fui nada más unos días a querer aprender, pero me salí, me dio miedo porque decían que luego las lanzaderas se salían. Estuve como quince días trabajando con mi tía Natalia. También estuve trabajando de cajera en el cine de Bellavista cuando ya tenía quince años. El dueño del cine era amigo de mi papá, estuve un tiempo ahí trabajando con él, estaba chica. Cuando tenía como quince años me escogieron como madrina del equipo de basquetbol de Bellavista. Muy contentos todos con esa infancia y primera adolescencia que vivíamos. Cuando dejó de trabajar la fábrica, cada quien se estuvo saliendo a buscar a ver para dónde, mi papá se fue en el cincuenta y ocho. Una prima le dijo que se fuera para México, que allá le daban trabajo. Mi papá se fue a la Ciudad de México y nosotros nos quedamos, teníamos una tienda de abarrote. Luego nos consiguió a un hermano y a mí un trabajo para poder apoyarlo y también a la familia. Sí nos fuimos, estuvimos en una fábrica de suéteres. Yo fui encargada de un departamento, el patrón me dejó ahí porque fui de las primeras mujeres que empezamos a trabajar ahí, me dejó a cargo de las muchachas. Mi hermano estuvo en otro departamento. Duré en esa fábrica tres años y después conocí al que fue mi esposo. Él ya no quiso que siguiera trabajando, me casé y me salí. Él tenía un negocio de carnicería, le iba muy bien, yo me dediqué al hogar. Salí embarazada a los seis meses y tuve mi primer hijo. Estuvimos en México del cincuenta y ocho hasta el ochenta y ocho. Nos fuimos a Tepic pero sólo nos quedamos quince días ahí. Vinimos a Mexicali de vacaciones y nos gustó a pesar de que no era muy bonito. En México llovía mucho, todos los días. De la casa al negocio hacíamos cinco o diez minutos, pero en tiempo de lluvia se hacían hasta dos horas, la lluvia no nos gustó mucho. Nos dimos cuenta que en Mexicali no llovía mucho, acá teníamos ya unos compadres que nos querían mucho y nos animaron a venirnos. Llegamos casi sin nada, yo vendí un departamento que teníamos allá y con eso nos vinimos. Para poder sacar dinero pusimos un puesto de tacos, pero no nos iba muy bien. Nos salía nada más para comer y para pagar la renta. Guardé cinco mil pesos para algo que quisiéramos comprar o algo para hacer. No sabíamos ni qué, teníamos los cinco mil pesos para darlos de enganche para una casa o quedarnos con el negocio. Encontramos a un señor que aquí en Mexicali traspasaba su abarrote, mis hijos y yo nos pusimos de acuerdo y se lo compramos. Desde que llegamos nos gustó la colonia y el ambiente. Mis hijos y yo trabajamos el negocio y vimos que nos empezó a ir bien. Cuando teníamos un mes de estar trabajando me quedaron libres mil pesos de todos los gastos. Empecé a guardar lo que podía, conforme iba pasando el tiempo la tienda nos daba muy buen resultado. Seguimos trabajando, a mí me gustaba mucho administrar. Tuve cuatro hijos, tres hombres y una mujer. Uno se recibió de doctor, otro se hizo abogado y la niña estilista. Otro de mis hijos, Carlos, quería empezar a estudiar la universidad, pero él era el que nos ayudaba a salir adelante, se puso a trabajar conmigo en la tienda. Fue mi pilar toda la vida, hasta ahora, siempre me ayudó al pie de cañón con el negocio, fue el jefe de familia y el que estuvo aquí cuidando a sus hermanos. Mi hijo mayor se había quedado a estudiar medicina en México, se graduó allá y su internado lo hizo en Guaymas, Sonora. Terminó y le gustó mucho Sonora para quedarse a vivir. Entonces la niña estaba en secundaria, el más chico de los hombres también se había quedado en México a terminar la prepa. Regresó y se inscribió en la universidad, mi hija entró a la prepa pero me decía que no le llamaba la atención, entonces entró a estudiar cultura de belleza. Estudiaban y nos ayudaban en la tienda. El negocio que teníamos cada día iba para arriba, primero compramos la casa que nos rentaban. Seguíamos trabajando y yo seguía ahorrando, pasó el tiempo y compramos la tienda también, el terreno. Hicimos la casa grande y nos fue muy bien a base de puro trabajo. Dimos enganche para otra casa que compramos y otro terreno, todo salió de la tienda. Estamos muy contentos, ya tengo once nietos. Ahora volvemos a Nayarit de vacaciones, vamos a dar la vuelta con nuestros hermanos y nuestros sobrinos. Somos una familia grande pero siempre hemos sido muy unidos, nos queremos mucho.”
Antonia Acosta, 78 años
Comerciante
Ella es #nayaritadelcentenario
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